miércoles, 9 de julio de 2014

¿Qué debe comer la mujer embarazada?



Fuente: www.embarazada.com

Para mantener un apropiado equilibrio nutricional, la mujer embarazada puede incluir diariamente proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas y minerales en sus comidas. El correcto aporte proteínico queda garantizado con 150 gramos de carne, pescado o ave. Es suficiente en la dieta, consumir hidratos de carbono por el equivalente a dos platos de legumbres y un plato de arroz semanal. Además, se sugiere comer 4 rebanadas de pan integral diariamente. El correcto aporte de grasas queda garantizado con 20 gramos de margarina y dos cucharadas de aceite para la ensalada.

Las proteínas
Proporcionan los aminoácidos esenciales para la construcción de nuevos tejidos, así como para asegurar que las enzimas, las hormonas y anticuerpos funcionen de manera efectiva. Durante el embarazo necesitas el doble de proteínas, indispensables para la formación de los tejidos fetales.

Se encuentran principalmente en: carnes, pescado, huevos, granos, frutos secos y productos lácteos. También los granos de soya son una fuente excelente de proteína vegetal que deben ser combinados con cereales, almendras, avellanas, cacahuate, semillas de girasol, nueces.
Es preferible consumir verduras crudas bien lavadas o cocidas al vapor, porque pierden menos vitaminas que en guisos muy elaborados.

En cuanto al hígado, a pesar de ser un alimento rico en vitaminas, proteínas, hierro y fósforo, puede ser nocivo si el animal al que perteneció fue engordado con sustancias hormonales como el clenbuterol.

Vitaminas y minerales

Son esenciales para el crecimiento del feto. La ingestión de productos frescos y complementos farmacológicos indicados por el médico, proporcionan el mejor aporte a la dieta. Algunas vitaminas se encuentran en gran concentración bajo la piel de las frutas y las verduras, otras, especialmente la vitamina C (que previene los estados anémicos y los resfriados), se destruye cuando se somete a cocción o se procesa.

La vitamina B9 o ácido fólico, previene las malformaciones en el embrión como la espina bífida. Su carencia está asociada con el desprendimiento prematuro de la placenta, los vómitos, las hemorragias y los abortos espontáneos. El ácido fólico se encuentra en todos los vegetales de hojas verdes, los cereales integrales, el queso, los espárragos, los riñones, los huevos, los cítricos, el kiwi, las fresas y los melones. También se recomienda ampliamente por los médicos su ingesta como complemento en tabletas 1 diaria.

La vitamina D es necesaria para la absorción del calcio y el fortalecimiento de los huesos, se relaciona con el desarrollo físico y se fija en el organismo por los baños de sol. Este elemento se encuentra en la leche completa, la yema del huevo, la mantequilla y la nata. Cuando tomes productos lácteos, procura ingerir la grasa que contiene vitamina A y D.

La vitamina E interviene en la formación de glóbulos rojos y regeneración de tejidos cutáneos. Su fuente principal son los aceites vegetales, los cereales y los frutos secos.

Los minerales más requeridos por el organismo de la gestante son: el calcio, el fósforo y el hierro. Este último se encuentra en las sardinas, las ostras, los mejillones, las habas, las almendras, los higos, albaricoques y ciruelas, en las espinacas, acelgas y berro. El propósito del hierro es intervenir en la formación de glóbulos rojos en la sangre del niño.

El calcio interviene en la formación del esqueleto del feto y se encuentra en los productos del mar como bacalao y caviar, el grano de soya, levadura de cerveza, germinados, perejil, cacao, hojuelas de avena, nabo, col y brócoli.

Las necesidades del fósforo se incrementan a partir del tercer mes de gestación y es también indispensable en la formación del esqueleto del embrión, lo contienen en abundancia productos marinos (atún y sardinas especialmente), la carne de res, las aves, los ejotes secos, el cacahuate, las nueces y los cereales.


En cuanto a la sal es recomendable disminuir su consumo si se es muy aficionado a ella o suprimirla de la dieta si el médico lo indica. Sazonar la comida no tiene que ser un problema, piensa más bien que al no comer salado evitarás retener mucho líquido y disfrutarás mejor al saborear los platillos.

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