miércoles, 1 de julio de 2015

La fructosa de los alimentos, una posible causa del exceso de grasa en nuestro cuerpo.



En los alimentos procesados que abundan en la actualidad, encontramos una gran cantidad de azúcares entre los que destaca el jarabe de maíz de alta fructosa o semejantes, y al parecer, la fructosa de los alimentos, constituye una posible causa del exceso de grasa en nuestro cuerpo, según lo indica un reciente estudio.

En Estados Unidos, un niño puede llegar a consumir un 18% de sus calorías en forma de fructosa, y esa misma cantidad se administró a roedores y se comparó con otro grupo de animales que recibió una dieta con igual porcentaje de glucosa. Ambos grupos tenían dietas sin exceso de calorías.
Finalmente se comprobó que los roedores alimentados con una dieta isocalórica rica en fructosa reducían su nivel de actividad física, incrementaban su peso corporal, su porcentaje de grasa en el cuerpo y la masa hepática.

Esto demuestra que aun cuando no nos excedemos con las calorías, la ingesta de fructosa y no de otros azúcares simples como la glucosa, puede inducir la ganancia de peso y grasa corporal, quizá debido en parte a su metabolismo diferente mediante el hígado.

Por otro lado, una investigación anterior comprobó semejantes efectos en humanos, detectando que la ingesta de bebidas endulzadas con fructosa incrementa la grasa abdominal, disminuye la sensibilidad a la insulina, favorece el aumento de triglicéridos y el origen de dislipemias en comparación con las bebidas con glucosa.

Entonces, podemos pensar que no sólo las grasas trans, las calorías, el sodio o la combinaciones adictivas de los alimentos procesados son hoy un factor que contribuye a la epidemia de obesidad, sino también, la fructosa que se añade a la mayoría de los productos industriales, como pueden ser chucherías, refrescos, bollería industrial y demás.

Si bien debemos recordar que no es lo mismo la fructosa de la fruta que la presente en los alimentos procesados, éste nuevo estudio nos da una razón más para comer más productos frescos y menos industriales y nos muestra que la fructosa añadida a los alimentos no es menos dañina que la glucosa, sino todo lo contrario.


0 comentarios:

Publicar un comentario