En los alimentos procesados que
abundan en la actualidad, encontramos una gran cantidad de azúcares entre los
que destaca el jarabe de maíz de alta fructosa o semejantes, y al parecer, la
fructosa de los alimentos, constituye una posible causa del exceso de grasa en
nuestro cuerpo, según lo indica un reciente estudio.
En Estados Unidos, un niño puede
llegar a consumir un 18% de sus calorías en forma de fructosa, y esa misma
cantidad se administró a roedores y se comparó con otro grupo de animales que
recibió una dieta con igual porcentaje de glucosa. Ambos grupos tenían dietas
sin exceso de calorías.
Finalmente se comprobó que los
roedores alimentados con una dieta isocalórica rica en fructosa reducían su
nivel de actividad física, incrementaban su peso corporal, su porcentaje de
grasa en el cuerpo y la masa hepática.
Esto demuestra que aun cuando no
nos excedemos con las calorías, la ingesta de fructosa y no de otros azúcares
simples como la glucosa, puede inducir la ganancia de peso y grasa corporal,
quizá debido en parte a su metabolismo diferente mediante el hígado.
Por otro lado, una investigación
anterior comprobó semejantes efectos en humanos, detectando que la ingesta de
bebidas endulzadas con fructosa incrementa la grasa abdominal, disminuye la
sensibilidad a la insulina, favorece el aumento de triglicéridos y el origen de
dislipemias en comparación con las bebidas con glucosa.
Entonces, podemos pensar que no
sólo las grasas trans, las calorías, el sodio o la combinaciones adictivas de
los alimentos procesados son hoy un factor que contribuye a la epidemia de
obesidad, sino también, la fructosa que se añade a la mayoría de los productos
industriales, como pueden ser chucherías, refrescos, bollería industrial y
demás.
Si bien debemos recordar que no
es lo mismo la fructosa de la fruta que la presente en los alimentos
procesados, éste nuevo estudio nos da una razón más para comer más productos
frescos y menos industriales y nos muestra que la fructosa añadida a los
alimentos no es menos dañina que la glucosa, sino todo lo contrario.
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