Para algunas personas las fiestas decembrinas no significan felicidad. Tal es el caso de quienes padecen depresión invernal o trastorno afectivo estacional; para ellos, el cambio de temporada es más que un breve episodio de tristeza.
Este padecimiento aparece justo
en los meses en los que disminuye la
intensidad solar y tiene una explicación biológica: en invierno hay menos
cantidad de luz en los días, la cual necesitamos para producir una hormona que
regula los ciclos de actividad; la melatonina. Carecer de esta provoca insomnio
y menos ganas de realizar actividades, de acuerdo con la Coordinación de
Enseñanza e Investigación de los Servicios de Atención Psiquiátrica de la
Secretaría de Salud de México (SSa).
Laura, de 23 años, quien pidió
ocultar su nombre real, no recuerda cómo es un fin de año sin episodios de
depresión, pues desde los 13 años de edad vive con trastorno afectivo
estacional. “Mi depresión comenzó justamente en las épocas decembrinas y es la
época cuando me deprimo más; inició hace un par de años cuando yo estaba en la
adolescencia”, dijo.
No poderse levantar de la cama,
sentir apatía, falta de apetito y llorar frecuentemente son los síntomas que
ella detecta para saber que una vez más está deprimida.
Otros síntomas de estos pacientes
son dejar de dormir y carecer de líbido. En el terreno psicológico, los signos
son: sentirse minusválido, desesperanzado y con ideas suicidas, así como tener
poca confianza en uno mismo, explicó Gady Zabicky Sirot, especialista del
Consejo Mexicano de Psiquiatría.
“La prevalencia de depresión
estacional es mayor en mujeres entre 20 a 30 años que en hombres. El componente
hormonal es uno de los causantes que genera un desequilibrio de tipo emocional,
lo que las hace más susceptibles a padecerla”, afirmó el especialista Daniel
Díaz, paedopsiquiatra de la SSA.
El 10% de la población padece
este trastorno en la temporada invernal, según datos de la Secretaría de Salud.
A partir de los 13 años, un hombre presenta la enfermedad por cada dos mujeres;
antes de esa etapa la prevalencia se iguala uno a uno.
Luis, otro paciente de depresión
invernal, también fue diagnosticado en la adolescencia, y luego de la muerte de
su novia y su mejor amigo. “Era un poco apático para convivir con los demás,
tomaba con bastante frecuencia, pasaba de estados de tristeza a arranques de
enojo”, dijo.
Buscar ayuda a tiempo
La incidencia de consulta y de
casos nuevos de depresión aumenta tres veces en época de invierno. La gente no
acude de inmediato a servicios médicos, sino que deja que los síntomas se
agraven, y en primavera o verano, sucede la detonación del padecimiento. Los
pacientes se dan cuenta de que sienten un profundo cansancio, agotamiento,
decaimiento y falta de energía para realizar la actividad habitual, de acuerdo
con los especialistas.
Tanto Laura como Luis tardaron en
buscar alguna asistencia médica. Él dice que no fue al doctor inmediatamente;
pasó varios años sin atención, hasta que una amiga psicóloga le recomendó ir a
una institución para encontrar una solución a sus malestares: “Me dieron
medicamentos antidepresivos, terapias, y actividades donde me ejercitara”.
Laura relata que la canalizaron
al Instituto Nacional de Psiquiatría. “Ahí estuve un año con tratamiento
psiquiátrico y medicamentos, pero eso no me ayudó a mi condición. Las medicinas
me provocaron estar en un punto neutro, en el limbo. Actualmente me trato con
medicina alternativa, homeopatía, acupuntura y con ejercicio diario”.
La depresión invernal permanece
latente durante el resto de la vida. Sin embargo, puede vivirse con ella si se
sigue con el tratamiento adecuado, afirma Zabicky.
Algunos remedios para prevenir la
depresión invernal son exponerse a la primera luz del sol, una buena
alimentación y que haya una buena relación familiar.
Pero, si ya se tiene la
enfermedad, los tratamientos que ayudan a mantenerla contralada son:
medicamentos, apoyo psicoterapéutico y el fundamental, la fototerapia, que
consiste en iluminar al paciente, lo cual manda una señal a la glándula pineal
generando cambios fisiológicos para 'engañar' al cuerpo, haciéndolo pensar que
todo el año es primavera.
Si no se detecta a tiempo o se
evade el seguimiento, la enfermedad puede terminar en suicidio o en
padecimientos maniáticos, según la SSA.
¿Si la psiquiatría no ayuda, qué sigue?
Después de tomar tratamiento
durante varios años, Laura y Luis encontraron su propia “medicina”: han
intentado llevar su vida lo mejor posible a pesar de saber que no han ganado la
batalla contra la enfermedad.
“A veces hay días en los que me
pega, pero creo que he aprendido a sobrellevarla y a darle salidas más
productivas como escribir, pintar y trabajar,
pero es algo que va a estar ahí siempre, sólo he aprendido a que no me
devore?, dice Luis.
Fuente: http://mexico.cnn.com/salud/2011/12/21/en-la-epoca-navidena-se-intensifican-los-sintomas-de-depresion-invernal
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