martes, 23 de febrero de 2016

El sexo en los tiempos del cáncer


Autores: JOSÉ LUIS VALENCIA Y CAROLINA BOHÓRQUEZ

Había transcurrido un año desde cuando Libia permaneció cinco horas en el quirófano y salió de esa fría sala con la esperanza de vivir y de derrotar al cáncer, que le arrebató su seno derecho, hasta que decidió mostrarle su cuerpo a su esposo sin sentir pena por no usar la prótesis.

Y aunque al comienzo no dudó en practicarse la cirugía luego de que el médico le advirtió que debía someterse al procedimiento, un año después tenía temor de reactivar su vida sexual, a pesar de que las psicólogas y oncólogos que por 13 años la han asesorado en la fundación Funcáncer le recomendaban lo contrario.

Es que no era fácil por los patrones de belleza de la sociedad de hoy, dice la sobreviviente, porque así le gusta que se refieran a ella como también lo dice una decena de mujeres del grupo de apoyo de Funcáncer, quienes están decididas a ponerse más bonitas y hacer que otras pacientes, sin importar la edad o el cáncer que hayan detectado, se sientan sensuales, así las quimioterapias las deje agotadas, y a otras les causen vómitos y diarreas.

Es uno de los cientos de dramas de pacientes de cáncer y otras enfermedades graves o huérfanas que no solo deben emprender una lucha por mantenerse vivos al reclamar medicamentos con tutelas cuando no les son suministrados por las Entidades Promotoras de Salud (EPS), sino que usualmente ven anulados o desconocidos sus sentimientos, sus pensamientos y su sexualidad.

Es algo que golpea a las mujeres pero también a los hombres, aunque más en silencio por el tabú de la virilidad.

Se estima que en Cali (Colombia) 40 mujeres de cada 100 mil caleñas tienen cáncer y uno de cada 400 hombres de más de 65 años en la ciudad padecen el cáncer de próstata, llegando a sufrir mucho más cuando son rechazados por sus familias, y doblegándose ante la soledad y la depresión.

De allí que la clave para una recuperación es sentirse amadas por su familia y por su pareja. Esa es la mejor medicina para recuperarse, dice Libia Llanos, que recuerda cómo esa noche después de ese primer año de sobrevivencia dudaba en quitarse la prótesis en la intimidad, pese a que la oscuridad era su cómplice. Sin embargo, recordó los talleres a los que ha venido asistiendo, que los profesionales recalcan que el ser humano es sexuado por naturaleza y por lo tanto, no debe dejar de lado esa parte vital en toda persona que sigue viviendo.

Es así que desde este año ese grupo de apoyo –integrado por sobrevivientes como Libia y en el que también están Floralba Pérez, Amparo Sánchez, Rosalba Pérez, Nidia Emilse Ladino y otras cinco mujeres–, decidieron, con la orientación de la psicóloga Angélica Osorio, impulsar una cruzada para incentivar más el deseo y el amor de las familias de otras luchadoras.

En Funcáncer hay un taller del manejo de la sexualidad dentro del programa de autocuidado, que dura un año. A su vez, está el programa del grupo de apoyo en el que estas mujeres, aparte de reír juntas, hacer yoga, pintar o dedicarse a las danzas, ahora están concentradas en el proyecto de las pelucas para regalarlas a mujeres para que luzcan más bellas y puedan decir con orgullo, como ellas lo hacen, que son sobrevivientes.

Este año, la estilista Karen Ordóñez les ha enseñado a tejer pelucas, clases a las que ahora se sumará la también estilista Gloria Aideé Mosquera.

En una de las sesiones, Libia fue la modelo para usar una de las pelucas de cabello lacio, completamente terminada y así Gloria Aideé pudiera dar consejos para su manejo al momento de donarla a una de las 20 mujeres, con edades entre 12 y 70 años. Estas últimas ya esperan ansiosas recibirlas, tras conocer al grupo dedicado al particular tejido.

“A veces, por la quimio es mejor quitarse todo el cabello que verse cómo por pedacitos se va desprendiendo”, comenta Nidia, quien va entrelazando mechones oscuros, humedecidos en agua para manipularlos en el telar de un metro con tres hilos blancos pendiendo del mismo.

Nidia también cuenta que sobrevivió a un cáncer de colon y a extenuantes jornadas de tratamiento. “No usé peluca porque son muy caras. En el 2006 cuando me di cuenta de la enfermedad, las pelucas costaban 400 mil pesos (Colombianos). Hoy pueden valer un millón. Así que usaba pañoletas”.

Por eso, cada tarde de martes, Nidia, Amparo, Libia, Floralba, Rosalba y las demás tejen gustosas decenas de pelucas con el cabello humano donado por quienes al conocer la iniciativa en Funcáncer no dudan en cortarse el pelo para entregarlo.

“Estoy felizmente casada hace 28 años. Felizmente porque el amor de mi esposo ha sido fundamental en este proceso de salir adelante. Hemos continuado con nuestra vida sexual, aunque al comienzo las quimio me dejaban muy cansada. Es muy duro”, dice Nidia.

“Yo seguí con mi vida, con mis tres hijos que hoy tienen entre 32 y 38 años”, anota Amparo, que explica que en una jornada de cuatro horas y media seguidas de tejido de pelucas pueden elaborar tiras de un metro para ir cosiendo y dando forma a cada una. “Yo me casé y luego tuve a una segunda pareja que siempre me mostró su amor y su comprensión para seguir acompañándome. Sobreviví a un cáncer de cérvix por lo que me hicieron quimioterapia, radio y braquiterapia, que al igual que el anterior procedimiento usa radiación para destruir células cancerosas”.

Amparo dice que la intimidad no solo es cuestión de estar con la pareja. Hay muchas maneras de vivir la sexualidad.

Así lo ratifica la psicóloga y sexóloga Mónica Lozada, de la Pontificia Universidad Javeriana, que indica que la penetración no es la única manera de sentir placer y añade también que son importantísimos los abrazos, además de besarse y tocarse en otros puntos del cuerpo. Es una mezcla de amor e intimidad.

“Por eso, es tan importante que los pacientes, entre hombres y mujeres, entiendan la importancia de seguir con su sexualidad a través de otras manifestaciones", dice Lozada.

El deseo sexual también puede verse alterado por cansancio, tensión y depresión a la que pueden llegar algunos enfermos por lo que el tratamiento no solo debe centrarse en la recuperación física, también emocional. Expertos de la entidad indican que en el caso del cáncer en regiones como el estómago o de la pelvis la persona podría experimentar algún tipo de dolor. Hay mujeres que pueden, incluso, mostrar resequedad vaginal, mientras que algunos hombres podrían tener problemas a la hora de una erección.

"Hay parejas de pacientes que les dicen a ellas que no les sirven como mujeres, aunque están los casos de quienes las acompañan y les muestran todo su amor”, señala la psicóloga Osorio.

“Ese fue mi caso”, cuenta Rosalba Pérez. “Después de que me hicieron la cirugía para quitarme el seno izquierdo, mi pareja me dijo: ‘Rosalba no quiero que me contagies’ y se fue a dormir a otro cuarto. Seguimos viviendo en la misma casa, pero sin intimidad, mientras que yo vivía un 'calvario' para ponerme una camisa por el dolor que sentía al levantar los brazos. Sin embargo, lo importante, como me han explicado, es amarse a uno mismo. Además, tengo el amor y el apoyo de mi hijo”.


Fuente: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-13304841

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