lunes, 9 de noviembre de 2015
¿Qué tipo de carne procesada es la que dice la OMS que produce cáncer?
Hoy la Organización Mundial de la
Salud ha dado a conocer la trascendente noticia que se venía rumoreando los
últimos días: según los expertos de la Agencia para la Investigación contra el
Cáncer, dependiente de la OMS, la carne procesada es considerada como
"cancerígena para los humanos" (grupo 1, el mismo que el tabaco)
mientras que la carne roja se indica como "probablemente cancerígena para
los humanos" (grupo 2A).
En total han sido 22 los expertos
de diez nacionalidades diferentes los que han analizado más de 800 estudios
epidemiológicos de todo el mundo que relacionan de alguna manera el consumo de
carne roja o carne procesada con el cáncer, siendo especialmente relevantes 14 estudios
que vinculan el consumo de este tipo de carne con el cáncer colorrectal.
La carne procesada, catalogada como cancerígena para el ser humano.
Los expertos de la IARC son
claros, por cada 50 gramos diarios de carne procesada, el riesgo de padecer cáncer
colorrectal aumenta un 18%. No obstante, el Dr. Kurt Straif, director de la
investigación, ha querido matizar: "Para una persona, el riesgo de
desarrollar un cáncer colorrectal debido al consumo de carne procesada sigue
siendo pequeño, pero aumenta con la cantidad de carne consumida".
Sin embargo, insiste Straif,
"teniendo en cuenta la cantidad de personas que consumen carne procesada
en todo el mundo, el impacto global de su incidencia en el cáncer puede ser muy
importante para la salud pública".
Qué considera la OMS como carne procesada
La IARC se refiere a la carne
procesada como a "carne que haya sido transformada a través de salazón,
curado, fermentación, ahumado o cualquier proceso para aumentar su sabor o
mejorar su conservación. La mayoría de las carnes procesadas contienen cerdo o
ternera, pero también pueden contener otras carnes rojas, pollo, vísceras o
sangre".
Así pues, la carne procesada
engloba desde una salchicha, el fiambre o los nuggets, hasta las longanizas,
las hamburguesas o el jamón serrano. No obstante, y aunque la OMS no lo
clarifica, pare lógico inferir que diferentes niveles de procesamiento afectan
al grado en el que esa carne es cancerígena, porque no es lo mismo una
hamburguesa de carne picada con sal y pimienta que otras carnes más procesadas
como por ejemplo una salchicha.
Poniendo las cosas en perspectiva.
Sin querer quitarle importancia a
esta noticia, porque es trascendente, hay que poner el anuncio de la OMS en
perspectiva. Y es que tal como declara a The Guardian Betsy Booren,
vicepresidente del North American Meat Institute (una parte implicada, e
interesada, que quede claro):
La carne roja y la carne
procesada eran parte de los 940 agentes analizados por la IARC en busca de
algún nivel de peligro potencial. Solo una sustancia de esas 940 analizadas, un
químico de pantalones para hacer yoga, ha sido declarado como no
cancerígena".
Revisando las sustancias que la
IARC considera cancerígenas o probablemente cancerígenas, encontramos el aire y
el sol (grupo 1), el vino (grupo 1), el café (2B), la comida a la parrilla (2A)
o incluso el aloe vera (2B). Lo cual no quiere decir que no debamos controlar
nuestra ingesta de carne procesada o carne roja, solo que hay que entender esta
información sin alarmismos, tal como explica el profesor Ian Johnson, del
Institute of Food Research:
Resulta ciertamente inapropiado
sugerir que los efectos negativos del tocino o las salchichas en el riesgo de
contraer cáncer de colon son comparables con el tabaco, que está cargado de
sustancias cancerígenas probadas y multiplica por 20 el riesgo de cáncer de
pulmón.
Finalmente es importante destacar
que la pertenencia a un grupo u otro no depende del nivel de riesgo, sino del
grado de evidencia que exista al respecto.
Fuente: http://www.directoalpaladar.com/salud/que-tipo-de-carne-procesada-es-la-que-dice-la-oms-que-es-cancerigena
El duelo por la pérdida de un bebé.
Autor: Karla Lara
La muerte de un bebé es un tabú,
tristemente es una realidad poco visible, negada y poco reconocida social y
culturalmente porque lo que no sabemos cómo manejar, lo que nos da miedo, lo
apartamos y lo aislamos. La pérdida de un bebé, se vive como toda muerte de un
ser amado, con angustia, con dolor, perder a un bebé que se espera o a un bebé
que nace y se queda muy poco tiempo con nosotros es una experiencia real y el
duelo es necesario, no importa cuánto tiempo estuvieron en nuestras vidas o
cuán pequeños eran, la huella y el espacio vacío que dejan pueden ser inmensos.
La pérdida de un bebé trae
consigo una crisis dolorosa, que se intensifica cuando nos damos cuenta que nos
ha cambiado por siempre y que a pesar de que nuestro mundo se ha parado por un
momento, la vida alrededor sigue y no se detiene y a veces no tenemos tiempo
para dedicar a llorar y sentir su pérdida, para reconocer y recordar su
existencia y los feliz que nos hizo su vida en la nuestra y luego de a poco
despedirnos y dejar ir a nuestro bebé.
Perder un bebé nos marca un antes
y un después. El tamaño o la edad del bebé que se pierde no es la medida del
dolor, el dolor como el amor no tiene medidas, no existe un “dolorímetro”, no
se sufre menos o más porque se perdió al mes o a los 5 meses del embarazo, o
por ser el primero o el tercer hijo, el dolor es dolor y punto porque se trata
de un hijo. Tampoco desparece en el tiempo, en este caso el tiempo no lo cura
todo, pero si ayuda para ver lo sucedido desde otra perspectiva, porque todo
hijo, nacido o no, enseña algo vital a sus padres.
Existen factores que hacen más
difícil la pérdida del bebé, como la falta de reconocimiento general del
estatus de madre o padre porque el bebé no nació, la culpa que se puede llegar
a sentir individualmente o generada por elementos externos “¿Qué hice mal?”,
“¿Por qué si me dijeron que todo iba bien?”, “¿Por qué yo si me cuidé mucho”,
“Te dije que no usaras tacones”, “Es que estás muy delgada y no comes bien”…,
la exigencia propia y ajena de reponernos pronto, la experiencia del trato del
personal médico, el posible trauma físico además del emocional y todo persiste
en la memoria por el estado de vulnerabilidad que se experimenta.
A un bebé lo pierden principalmente
sus padres, que muchas veces dependiendo de la edad gestacional del bebé no lo
ven, no lo conocen, no existe una licencia laboral para la pérdida de un bebé,
si no hay bebé, no se concede incapacidad; un bebé esperado y anunciado se
pierde en familia: lo sufren los abuelos y quienes nos aman, a veces también lo
sufren los hermanitos y esa es otra historia, porque los niños deben comprender
esa muerte a pesar de que son seres emocionalmente más inteligentes que los
adultos, pero en el dolor somos como cuerdas de guitarra que vibran juntas;
perder un bebé puede derivar en perder a la pareja si no se hacen los ajustes
necesarios, así, la muerte de un bebé, como su nacimiento, es un gran
acontecimiento.
“La sabiduría consiste en saber cuál es el siguiente paso; la virtud,
en llevarlo a cabo” –David Starr Jordan-
¿Qué sigue a la pérdida?, ¿Cómo se logra la recuperación emocional, la
reintegración a la vida?
- Buscar y participar en un grupo de apoyo, hablar de la experiencia con quienes hayan pasado por lo mismo sirve para reconocer y validar nuestras emociones.
- Cuidarse y tratar de estar mejor sin remordimientos, porque lo que no se habla duele y el cuerpo habla por nosotros, supone un esfuerzo inmenso pero vale la pena hacer algo mínimo cada día. Nuestra naturaleza será buscar la salud.
- Tomarnos un tiempo para el duelo, el que el alma necesite, buscar acompañamiento: de la pareja, de la familia, de una doula, de un amigo.
- Ser pacientes con uno mismo, el duelo y el dolor no se esfuman, pero se viven con menos intensidad en ciertos momentos.
- Llorar tanto como sea necesario, llorar es sanador, hacer espacio al llanto puede ayudarnos infinitamente, vivir el sufrimiento nos hace salir de él.
- Buscar actividades que nos den paz o que nos ayuden a sacar la ira, pertenecer a grupos nuevos ayuda para procesar la experiencia sin estar expuestos a preguntas.
- Reconocer la existencia de nuestro bebé, guardar algún recuerdo físico al que recurrir cuando sea necesario: la prueba positiva del embarazo, una ecografía, una mantita, sembrar un árbol, hacer un tatuaje, cualquier ritual que represente al bebé.
- Escribir nuestros sentimientos: los violentos, los dulces, los amargos y repasarlos en el tiempo (iremos percibiendo cómo evoluciona nuestro sentir).Hablar y acercarnos a nuestra pareja, el dolor puede vivirse de manera y en tiempos distintos, pero cada uno sufre y una experiencia así puede acercarlos en el amor.
- Tratar de encontrar un aprendizaje en lo vivido, compartir nuestro dolor para repartirlo con quienes amamos.
- Recorrer y reconocer el duelo porque habrá una vivencia de crecimiento personal, quienes lo han hecho nos transmiten que vale la pena.
- Protegerse de situaciones o personas que nos incomoden y rodearnos de personas positivas.
- A veces tendremos respuestas a lo sucedido, otras no, las emociones serán una montaña rusa persistente en el tiempo, el duelo nos ofrece un camino de aprendizaje, puede ser una oportunidad de descubrimiento de nuestra fortaleza, nos debemos autorizar ese duelo a pesar de nuestra maternidad o paternidad no estrenadas, somos madres y padres y el dolor, queramos o no, nos hará crecer.
Fuente: http://www.mamanatural.com.mx/2013/11/el-duelo-por-la-perdida-de-un-bebe/
Explicar la muerte a los niños
Autor: María Valerio
'El abuelo te está viendo desde
el cielo'. 'Papá está de viaje'. 'Ha subido al cielo en un ascensor'...
Explicar la muerte a los niños puede convertirse en un ejercicio de imaginación
que no siempre es útil; ni para ellos, ni para sus mayores. Tener claras
algunas ideas sobre cómo comunicar una mala noticia a los más pequeños de la
casa puede ser de gran utilidad para toda la familia.
"A veces les decimos cosas
que pueden complicar las cosas", señala Patricia Díaz Seoane, psicóloga de
la Fundación Mario Losantos del Campo (FMLC), una asociación sin ánimo de lucro
que cuenta con un servicio gratuito de ayuda al duelo infantil y adolescente.
"Nos dimos cuenta de que existía una carencia, no había apenas recursos
para ayudar a los niños a superar una pérdida significativa".
Incluso los bebés recién nacidos
pueden notar esa pérdida (más aún en el caso de lactantes cuya madre fallece),
aunque no entiendan cognitivamente lo que ocurre a su alrededor. Por eso, señala
esta especialista, es importante no alterar sus rutinas, ni dejarles de atender
y abrazarles en todo momento.
A partir de los cuatro o cinco
años, añade la especialista, los padres deberían añadir una explicación verbal,
con un lenguaje adaptado a la edad de los niños. "Es importante tener
claro lo que les dices, porque los niños son curiosos y la explicación puede
derivar en muchos porqués", aconseja.
Cuatro claves
Esta psicóloga aconseja tener en
cuenta cuatro cosas básicas para comunicar la muerte a los niños.
1. La muerte es universal. "Deben comprender que todos nos
vamos a morir, pero que es excepcional en personas jóvenes. Si uno de los dos
progenitores muere, la preocupación del niño será cuándo se va a morir el otro,
quién le llevaría a él a la escuela en ese caso. Por eso es importante
garantizarles sus rutinas y que se sientan arropados".
2. La muerte es irreversible. "La metáfora del viaje puede
hacer que se queden esperando que el ser querido vuelva, que se pregunten si va
a venir a su cumpleaños...".
3. El cuerpo ha dejado de funcionar. "Otras explicaciones
habituales, como que el abuelo se ha quedado dormido, pueden hacer que le
tengan miedo [a dormir]".
4. Los sentimientos no se esconden. "Ellos pueden manifestar
su tristeza en forma de rabia o enfados, por eso es importante hablar con
ellos, decirles que les comprendemos, que los adultos también se sienten mal.
Si nos escondemos a llorar, pensarán que es algo malo que hay que ocultar y
harán lo mismo".
La abuela de Alba murió cuando
ella tenía 6 años. Ambas tenían una estrecha relación porque la había cuidado
de pequeña. "En un año pasó de ser una niña cariñosa a estar siempre
enfadada, no quería salir de casa...", recuerda ahora su madre, María del
Mar. Alba fue tragándose esa 'vergüenza' a contar que se sentía mal, "se lo
guardó, porque no me quería hacer sufrir más hasta que al final reventó un día
y se lo contó a su tía, que fue quien me alertó de que la niña estaba mal por
la muerte de su abuela".
María del Mar explica que su hija
no puso ningún reparo en ir al psicólogo, "porque al final fue ella quien
me lo pidió, lo necesitaba". En pocos meses (no sin antes repetir curso),
volvió a poder quedarse en casa sola y a dormir con la puerta cerrada, algunos
hábitos que la muerte de su abuela había alterado. "En las terapias les
legitimamos el sentimiento de tristeza, les ofrecemos un espacio de confianza
para que se desahoguen", cuenta su psicóloga en la Fundación Mario
Losantos del Campo.
Preparar la muerte
Todos los aspectos que rodean al
duelo infantil pueden variar en función de distintos factores, como la edad del
niño, la cercanía con la persona fallecida ("si el abuelo, por ejemplo,
era el cuidador habitual del niño") o si se trata de una muerte repentina
o fruto de una enfermedad prolongada.
Precisamente en este sentido, la
psicóloga reconoce que las muertes que se pueden 'preparar' o prever de alguna
manera ofrecen una buena oportunidad para ayudar al niño a preparar el duelo;
"aunque a menudo se aparta al niño del proceso de la enfermedad y se le
roba la oportunidad de despedirse".
Díaz Seoane es partidaria incluso
de que a partir de cierta edad puedan acceder al hospital a despedirse de su
ser querido. "Los padres deberían prepararles para lo que van a ver, y
estar atentos a sus reacciones, pero el duelo es más fácil en un niño
preparado".
Fuente: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/03/26/psiquiatriainfantil/1364323576.html
Tanatología: ¿Cómo ayuda?
La Tanatología es una disciplina
científica que se encarga de encontrar el sentido al proceso de la muerte, sus
ritos y significado concebido como disciplina profesional, que integra a la
persona como un ser biológico, psicológico, social y espiritual para vivir en
plenitud y buscar su transcendencia. También se encarga de los duelos derivados
de pérdidas significativas que no tengan que ver con la muerte física o
enfermos terminales.
Una definición más concreta es
considerarla como “el estudio de la vida que incluye a la muerte”. Del origen
griego thanatos (muerte) y logos (estudio o tratado); por tanto, el objetivo de
la tanatología es proporcionar ayuda profesional al paciente con una enfermedad
en etapa terminal y a sus familias, o bien a una persona que esté en viviendo
algún tipo de pérdida.
Dentro del estudio de la
tanatología se incluyen aspectos tales como:
- Ayudar a crear en las personas sistemas de creencias propios sobre la vida y la muerte, no como una fantasía o castigo sino como la aceptación de la muerte como un proceso natural.
- Preparar a la gente para asumir cualquier tipo de pérdida.
- Educar a tratar en forma humana e inteligente a quienes están cercanos a la muerte.
- Entender la dinámica de la pena desde un punto de vista humano, donde se acentúe la importancia de las emociones.
- Uno de los puntos más importantes dentro la tanatología es el principio de Autonomía el cual le permite al individuo tomar sus propias decisiones relacionadas con el proceso de morir o de su propia vida. La dignidad de la persona se comprende sólo a través del respecto a la libertad
Otro de los aspectos importantes
dentro de la tanatología es aprender los diferentes medios por los cuales el
paciente puede tener ese principio de autonomía. Por ejemplo, pueden llevarse
ciertas acciones, desde la realización de testamentos (como testamento vital o
jurídico), legados, responsabilidades, o voluntades anticipadas (este último se
refieren a la posibilidad que legalmente se ha establecido en algunos países en
cuanto a solicitar el rechazo a la prolongación de la vida por medios
innecesarios en circunstancias específicas).
¿En qué me puede ayudar un tanatólogo (a)?
En el proceso de duelo, así como
en cualquier tipo de pérdida significativa de las mencionadas anteriormente. Su
función principal es procurar que el paciente o cualquier ser humano que sufra
una pérdida sea tratado con respeto, cariño, compasión y que conserve su
dignidad. La meta última del tanatólogo es orientar al enfermo o doliente hacia
la aceptación de su realidad, aceptación que se traduce en esperanza sobre la
situación real. Esto incluye una mejor calidad de vida, y en su caso una muerte
digna y en paz.
¿Qué implica una muerte digna?
- Calidad de vida durante esta etapa final.
- Atención adecuada.
- Ayuda para resolver problemas.
- Morir rodeado de gente cariñosa.
- No ser objeto de experimentación.
- Respetar y darle gusto al paciente.
- Presentar opciones reales para su situación actual.
- No dar expectativas falsas.
¿En qué casos la tanatología puede ayudar a recuperar la paz interior y
armonía?
- Cuando la familia pasa por estados de depresión y angustia frente a la enfermedad terminal de un miembro de la misma.
- Cuando el enfermo experimenta depresión y angustia por su propio padecimiento.
- Al experimentar episodios de crisis por muerte no esperada, trágica, violenta, súbita.
- En casos de muerte de niños.
- En el manejo del duelo en niños por la muerte de sus padres o abuelos.
- En el caso de intento frustrado de suicido, cualquiera que sea la motivación pues no se debe descartar un nuevo intento de atentar contra la vida.
- La pérdida de un empleo.
- Amputación de un miembro del cuerpo.
- La separación de tu pareja, la ruptura de una amistad, la pérdida de la confianza y la pérdida o la traición de tus firmes principios.
Fuente: http://tanatologia.org.mx/que-es-tanatologia/
El proceso de duelo
Autor: Jorge Bucay
¿Qué es el duelo?
El duelo es ese estado de
pensamiento, sentimiento y actividad que se produce como consecuencia de la
pérdida de una persona amada o algo significativo para nosotros, asociándose a
síntomas físicos y emocionales. La pérdida es psicológicamente traumática en la
misma medida que una herida o quemadura, por lo cual siempre es dolorosa.
Necesita un tiempo y un proceso para volver al equilibrio normal.
Proceso de duelo
“El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”, Buda
Sakyamuni
La doctora Elisabeth Kübler-Ross
(click para visitar webiste), una de las grandes especialistas en tanatología,
describió el proceso de duelo en cinco etapas:
1. Negación: La negación es solamente una defensa temporal para el
individuo. Representada por frases como: Me siento bien, esto no me puede estar
pasando, no a mí, etc.
2. Ira o Enojo: El enfermo se rebela contra la realidad,
frecuentemente se pregunta ¿Por qué yo? Todo le molesta, todo le incomoda, nada
le parece bien. Recordar su estado le inunda de enojo y rencor, a veces se
necesita de esta fase para poder aceptar esta condición.
3. Negociación: “Dios, déjame vivir al menos para ver a mis hijos
graduarse”, “haré cualquier cosa por un par de años más”. La tercera etapa
involucra la esperanza de que el individuo pueda de alguna manera posponer o
retrasar el tiempo o la muerte.
4. Depresión: Durante la cuarta etapa, la persona que está viviendo
un duelo o muriendo, empieza a tener consciencia y a comprender lo que está
ocurriendo. Debido a esto, el individuo puede volverse silencioso, rechazar
visitas y pasar mucho tiempo llorando y lamentándose. No es recomendable
intentar alegrar a una persona que está en esta etapa. Es un momento importante
que debe ser procesado.
5. Aceptación: Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar
bien solo o acompañado, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor…
la vida se va imponiendo. Además, los sentimientos y el dolor físico pueden
desaparecer.
Kübler-Ross originalmente aplicó
estas etapas a las personas que sufren enfermedades terminales, para
posteriormente hacerlo ante cualquier pérdida (empleo, ingresos, libertad) o
eventos significativos en la vida tales como la muerte de un ser querido,
divorcio, farmacodependencia, un diagnóstico de infertilidad, etc.
Estas etapas no necesariamente
suceden en el orden descrito arriba, ni todas estas son experimentadas por
todos las personas. El proceso de duelo es altamente personal y no debe ser
acelerado, ni alargado, por motivos de opinión de un individuo. Uno debe ser
meramente consciente de que las etapas van a ser dejadas atrás y que el estado
final de aceptación va a llegar.
¿Cómo sobrevivir al proceso de duelo?
- Permitirse estar de duelo: darse permiso para sentirse mal, necesitado, vulnerable, etc.
- Abrir el corazón al dolor: expresar las emociones que surjan en lugar de reprimirlas.
- Darse tiempo para recorrer el proceso de duelo y sobre todo aprovechar ese tiempo para superar el duelo.
- Ser amable consigo mismo, no olvidar de quererse a sí mismo, lo que implica también ser paciente con respecto a la superación del dolor.
- No tener miedo de volverse loco: las emociones y sensaciones de tristeza, enojo y dolor son normales en esas circunstancias.
- Aplazar algunas decisiones importantes, ya que no se tiene el 100% de la concentración.
- No descuidar la salud (física y emocional).
- Agradecer las cosas pequeñas que siguen existiendo en nuestra vida.
- No temer pedir ayuda.
- Ser paciente con los demás, algunos también están sufriendo por nuestra pérdida y otros tratan de ayudarnos aún sin saber cómo hacerlo.
- Darse tiempo para descansar y paulatinamente para empezar a tener momentos de esparcimiento.
- Confiar en nuestros recursos para salir adelante (en caso de que no sean suficientes volver a recordar que podemos pedir ayuda).
- Aceptar lo irreversible de la pérdida.
- Tener en mente que elaborar la pérdida (seguir nuestra vida de manera “feliz”) no es olvidar.
- Aprender a vivir “de nuevo”, lo que implica aprender a vivir sin algo o sin alguien, de otra forma, y que esta forma sea positiva para nosotros.
- Centrarse en la vida y en nuestros seres queridos que siguen vivos.
- Definir nuestro significado con respecto a la muerte.
- Volver a nuestra fe.
- Buscar las puertas abiertas: estar atentos a las oportunidades o cosas buenas de la vida que se nos van presentando.
- Cuando se tenga un buen trecho recorrido con respecto al proceso de duelo, compartir nuestra propia experiencia a otros.
Fuente: http://tanatologia.org.mx/que-es-tanatologia/
Tanatología: el proceso de morir.
Autores: Patricia Beatriz Denis Rodríguez, José Siliceo
Benítez y Andrés Hermida Moreno
La muerte es un hecho
trascendental que pone fin a la vida y que suscita en el hombre las más grandes
reflexiones y profundas preguntas. El mundo occidental se caracteriza por tener
la incertidumbre de la muerte, y con frecuencia sentimos temor de morir, aunque
de antemano sabemos que es el único porvenir seguro que tenemos como seres
humanos.
Filósofos y pensadores
importantes que han existido a lo largo de los tiempos, como Platón,
Aristóteles o Epicuro, han tenido como objetivo dilucidar el significado de la
muerte y auxiliar al ser humano en su temor frente a ella. Las religiones o
creencias en torno a la vida, como las de los judíos, cristianos, hinduistas,
budistas y demás, tienen variados conceptos y rituales de la muerte, pues
algunos creen en la posibilidad de la reencarnación o la resurrección, o de una
vida eterna en el cielo o en el infierno.
El sentido de la muerte en el
México prehispánico y en nuestras etnias actuales está ligado a ciertos dioses
y a la vida después de la muerte; de hecho, el mexicano actual ha llenado su
mundo de mitos y leyendas, de poemas, canciones, dichos populares y de una
mezcla de temor y humor; incluso se dice que nos burlamos de la muerte o reímos
de miedo, pero ¿estamos preparados para morir o para perder a un ser querido?
Seguramente la respuesta será un rotundo no.
La muerte es un proceso natural
de la vida, tan cotidiano como el nacimiento de un nuevo ser; el problema está
cuando nos toca de cerca, pues en ese momento atravesamos por una serie de
sentimientos tales como fragilidad, vulnerabilidad y amargura, los cuales no
estamos preparados para enfrentarlos y vivir con ellos; la mente reacciona de
manera diferente cuando este trágico suceso llega a nuestras vidas, y entonces
las reacciones son intensas, con cambios psicológicos, conductuales y
emocionales que marcan la vida por lapsos variables.
El duelo es el proceso que cada
ser humano experimenta de diferentes formas e intensidades que varían según la
edad, el sexo, el vínculo afectivo, la fortaleza emocional y espiritual y hasta
la cultura a la que pertenecemos.
La finalidad del duelo es
recuperarse de la manera más saludable en el tiempo más corto posible y
alcanzar en ese tiempo el equilibrio emocional, y no transcurrir de un duelo
considerado “normal” a padecer un duelo patológico, que es cuando se vive y se
reacciona con sentimientos y emociones desproporcionados a los que se esperan
cuando un ser amado muere. Este tipo de duelo requiere ayuda profesional
inmediata.
Las etapas del duelo europeo
difieren de las del mexicano y, en general, de las del latino, según opina la
doctora Elisabeth Kübler-Ross, quien es considerada como la madre de la
tanatología. Propone que la elaboración del duelo ocurre en cinco etapas:
negación y aislamiento, ira, regateo, depresión y, finalmente, aceptación. En
México, el doctor Alfonso Reyes Zubiría tiene una visión distinta respecto del
proceso de duelo y de las emociones anteriormente descritas. Al mexicano
–señala– lo caracteriza la religiosidad y el apego a la familia, ingredientes
que lo hacen vivir estas etapas de manera distinta al europeo; refiere sentir
una gran tristeza a lo largo del proceso de duelo, pero la religiosidad hace
que alcance en la mayoría de los casos la aceptación mediante la fe. Las etapas
que el mexicano vive son, entonces, la depresión, la ira, el perdón y la
aceptación.
En ocasiones es posible sufrir
síntomas idénticos a los de un proceso de duelo sin que se haya padecido la
muerte de un ser querido debido a la ocurrencia de sucesos que pueden
desencadenarlos, como una enfermedad incurable o terminal, un divorcio, la
pérdida del trabajo o de un miembro anatómico, la ruina económica, una
decepción amorosa, la prisión o un fracaso profesional, entre otros. El
tanatólogo deberá asistir a estas personas para que logren la aceptación del
hecho en estos casos, y orientar a la familia a vivir un proceso de duelo lo
más saludable posible y en el menor tiempo, si hubiese ocurrido la muerte de un
ser querido.
La tanatología es una disciplina
científica que estudia las conductas que pueden representar una amenaza para la
vida; es una ciencia multidisciplinaria de la que hoy se habla más frecuente-
mente y que tiene resultados considerablemente útiles.
En la actualidad, hay un gran
número de personas preparadas para ayudar a curar el dolor del proceso de
morir, tanto en el enfermo como en la familia. El trabajo tanatológico no
termina con la muerte de alguien, sino que continúa hasta que el familiar
concluye su trabajo de duelo y llega a la verdadera aceptación de la muerte de
su ser querido.
Para el lector interesado
- Polo S., M.A. (2004).
Tanatología con enfoque gestalt y humanista. México: Taller Abierto.
- Rojo de la Vega, J. y Negrete,
P. (2004). Un pésame para consolar. México: Diana.
- Rojas P., S. (2005). El manejo
del duelo. México: Norma.
- Levinstein, R. (2005). Cuando
alguien se va. México: Panorama.
Fuente: http://www.uv.mx/cienciahombre/revistae/vol22num2/articulos/tanatologia/
sábado, 7 de noviembre de 2015
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